jueves, 27 de octubre de 2011

Proyecto Sophía, día seis. 26 de junio de 2011



Comienza uno de los días que planean ser más fuertes en cuanto a sus efectos en el proyecto. Hay que desayunar y arreglarse para salir a la casa de mis abuelos, es el día para festejar el cumpleaños de una de mis tías (hermana de mi madre) y podría haber fuertes reacciones.

La historia es que mis abuelos viven con la compañía de dos tías, quienes trabajan en un negocio propio establecido en la misma casa. Ambas tienen personalidades e intereses completamente diferentes. La menor de todos los Magdaleno Falcón es la hippie del entorno, interesada sobremanera en los Beatles y otros exponentes de los 60's, de flower power y las sagas cinematográficas de Indiana Jones y Harry Potter.

La festejada en esta ocasión es la segunda de las mujeres, iniciadora del negocio del estilismo en esa casa y fiel ayudante de un grupo católico que ayuda a celebrar misa cada domingo. Siempre ha disfrutado de un carácter fuerte y dominante, con el que defiende a capa y espada su ideología. Josué ha desatado fuertes discusiones en las que ambos terminan elevando la voz y alterando a todos en la sala (la pequeña sala- comedor-cocina en la que todo sucede, donde cada navidad, fiesta de cumpleaños y cualquier celebración se convierte en la selva donde convivimos niños, jóvenes y adultos.)

La familia entera ha disfrutado desde toda la vida del privilegio de poder bromear con las cosas que nos suceden, de hablar de temas variados sin tener que escandalizarse demasiado y de compartir un sentido del humor muchas veces negro. Nos es posible poder dirigirnos de "Tú" hacia tíos, primos y abuelos, con confianza. Mi abuelo es más bien papá Hugo y al dirigirnos a la menor de las tías hay que usar su nombre y nada más.

Se podría decir que es la familia perfecta.
Claro que siempre hay un algo. Y en nuestro caso me parece que es el escándalo de romper con las tradiciones sacras como el matrimonio y los estilos de vida alternativos. Nunca se escuchó en la familia tema parecido al divorcio o a la vida homosexual, no dentro de la dinastía, lo que hace a mi familia nuclear la primera en plantear el desafío. Mi madre es la mayor, llevó su divorcio de mi padre con el mayor cuidado y discreción posible (cosa extraordinaria que todos los parientes no se enteraran por años de la situación aún cuando vivíamos a espaldas de ellos), al enterarse apoyaron en lo posible, pero cuando se habló de querer casarse de nuevo se desató el drama y las posturas cerradas. Apenas se pudo hacer que mi abuela y mis tíos y tías asistieran al evento (al haberse casado por la iglesia una vez, su segundo matrimonio por el civil no es válido, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre (a menos que se envíe el caso al Vaticano, acompañado por una jugosa cantidad monetaria para sustentar el proceso)).

Mi abuelo tiene una postura muy conservadora en cuanto a las relaciones, de ahí no se puede mover. Es incontable la cantidad de ocasiones que se le ha escuchado decir cosas como "méndigos maricones".

Es momento de llegar a la casa, con mis hermanos ayudándome y mi madre también (tensos esperando lo peor. Al entrar mi pequeña prima saluda a la desconocida que soy, sin pensar en nada más que la mujer de tacones parada frente a ella. Enseguida su padre, mi tío, saluda y dice buenas tardes con la misma idea que su hija, sin percatarse de nada hasta que mi madre me presenta como "su nueva sobrina", (con ojos analíticos y confundidos: "ah, pues si es éste canijo...y ahora ¿tú qué?") saludo a todos los demás, mi abuelo con sorpresa y confusión, mi abuela me dice "pelón" y mi tía política "hola hijo".

La duda continúa en la cara de mi tío y la festejada hace aparición (pienso en que ahora sí habrá un enorme caos y entonces...) "hola mi vida, ¿este es mi regalo?" me abraza y su voz es dulce, ¡vaya sorpresa! Detrás de ella mi tía la menor, con una enorme sonrisa y un abrazo también "te ves más femenina que yo" y ríe de nuevo.

Pero mi tío continúa con su rostro y ante la inminente reacción mi madre prefiere decir la verdad en torno a mi apariencia "es su proyecto..." El argumento parece tranquilizar a mi tío un poco y pregunta: "¿ya te vas a quitar eso? ya dejaste de grabar ¿no?, ¿quién va a saber?

Mi abuelo se retira discretamente dejando clara su opinión por la situación, se recluye en su cuarto.

La tarde avanza, más invitados y de pronto otro tío llega con su familia, deciden ignorarme con la vista para no tener que hacer frente a nada ahí, mi madre hace de nuevo una intervención y entonces aceptan acercarse.

A partir de entonces mi abuelo se mantiene en su habitación y baja solamente para no ser descortés con el par de sacerdotes que asistieron al evento y para convivir un rato con sus hijos, una vez terminada su comida y retirados los invitados eclesiásticos regresa a reclusión. Se puede decir que mi abuelo peca de presuntuoso con los orgullos logros de sus nietos y sus hijos, ésta vez no fue así, no hubo un "mi hijo está concursando en...", fue notoria su postura y habrá que entenderlo.

Dos ocasiones más escuche el "ya quítate eso, no te están grabando ya" por parte de mi tío, acompañando las oraciones con un golpe en el brazo (como si tratara con su sobrino y no con Sophía), su hermano (el otro tío) acompaña la situación comentando "a ver si no se le hace moretón..." en otro momento me habría parecido el más gracioso comentario y soltaría la carcajada, no hoy.

Con mi abuelita por otro lado siempre he sentido el lazo que se crea al ser el primer nieto y el primero a su cuidado a los primeros días de nacido pues mi madre tenía que ir lejos a trabajar (cosa que no reprocho pues salvó mi vida), yo Sophía no tengo ese lazo y no pudimos desarrollar nada más allá de miradas sonrientes.

Momento de partir, las cosas tranquilas pero del lado equivocado, el ambiente tenso y yo ignorada, nadie en ese momento aceptó el rol que provoca mi imagen, montada en tacones azul marino de tiras, jeans y blusa bordada de Oaxaca, llamándome hijo o Josué cuando fue necesario hacerlo. Es mejor despedirnos. Ambos tíos de mano y con la típica fuerza entre iguales. Sus esposas de lejos un adiós cotidiano y sonriente. Mi abue de beso en la mejilla y un agudo "cuídate mucho" de consejo.

Subir con mi abuelo a despedirme es el último paso, me da la mano y dice "¿ya se van? que les vaya bien..." Aun sin soltar su mano intento acercarme un poco y el lo impide (tratar de entenderlo es mi única opción).

De salida otro par de sonrisas de las tías, un qué bien caminas en esos zancos y un par de risas, pero seguido todo de un "hijo".

A la casa.

Ya en ella me meto en la ropa de alguien cómoda en la tranquilidad del domingo para sentarme a analizarlo todo.

La familia es el primero y el más fuerte de los grupos sociales, donde el rumbo que se ha de tomar en la vida se define y se refuerza, es la fuente directa de las apariencias. El día de hoy me convertí en el maniquí del aparador, en torno al cual todos caminan concentrados directamente en las prendas y no en el material que las soporta.

Adoptar la imagen de mujer, sin que sea biológicamente cierto, tiene un inevitable referente a la vida homosexual, y aunque Josué lo es sin tapujos al respecto, no pretendemos que sea tema de desarrollo en el proyecto; después de todo a Sophía (mujer) le gustan los hombres, lo que técnicamente me hace heterosexual, pero la parte de la familia visitada hoy no evita pensar en ello, como un problema además.

Y aunque les relajó saber que es todo un asunto temporal, les altera pensar en que pueda ser un estilo de vida definitivo que podría no aportar bisnietos de mi parte.

No sé si pueda seguir con todo ésto, al menos no con ellos, habrá que intentarlo una vez más y exigir se dirijan a mí de la forma que mi maquillaje necesita y a partir de ello analizar la situación.

(No volví si no hasta que la acción terminó, volvieron a dirigirme la palabra, pero con sus respectivas reservas)

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